Hoy (es decir a la hora de publicación de esta crónica) es 1ero de Noviembre, día de Todos los Santos, donde la gente se vuelca a los cementerios con distintos matices de costumbres para visitar o recordar a sus seres queridos. En lo personal, no me agrada ir al cementerio, ya que hablo con mi padre aún después de fallecido, lo tengo presente siempre conmigo sin necesidad de ser religioso... es por eso que a mi manera, quiero rendirle un pequeño tributo mediante esta carta

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Papá:

Vivir es ya de por sí muy difícil... Pero vivir sin ti es casi asfixiante, aún cuando quiero hacer creer al mundo que soy un hombre invencible. Mis recuerdos de niñez a tu lado son el único aliciente para mi alma, que no deja de sufrir, de llorar, de sentir dolor por tu ausencia... Jamás olvidaré cuando me ayudaste a manejar bicicleta, aún cuando estabas en pleno derecho de disfrutar de tu jubilación. Recuerdo con mucho cariño nuestras discusiones futbolísticas juntos. Tenía siete años cuando junto a ti, nos sentamos a ver aquel clásico que ganó mi Alianza Lima a tu Universitario de Deportes por 6 - 3. En ese dormitorio se forjó el hinchaje por mi club y te lo agradezco papá


Siempre fuiste tú quien estuvo a mi lado en cada actuación, aún cuando el papel que presentase en el colegio fuese mínimo. De ahí en adelante, fuiste tú quien siempre me acompañó al teatro, incluso ahora que han pasado 7 años sin verte... tu anillo, tu cadenita colgados de mi cuello me dan la fortaleza que necesito antes de saltar a escena. Pero eso no lo fue todo, siempre que salíamos a alguna parte, habían risas, bromas, helados... En todos esos momentos, estuviste protagonizando tu mejor papel: el de papá


Hoy quisiera invitarte a comer, pero no muy tarde para que no te pierdas las noticias. Hoy me iría a comerme un helado contigo. Pero nada de yogures o vainas artesanales, porque lo tuyo era el helado tricolor o de chocolate. Una discoteca hubiese caído de maravilla, aunque no te gustaba que yo fuera a esos sitios (y ahora voy solo una vez al año y eso si es que lo hago) Hoy no faltarían las tostadas calientes, recién sacadas del horno y cubiertas con mantequilla y queso fresto, ni las películas de Cantinflas. Claro que el Chavo del Ocho venía después; la vida sin humor, no es vida. Me hubiera gustado leer tu periódico y competir contigo por ver quien lo cogía primero en la mañana. Seguramente habría escuchado las historias de tu juventud que me contabas con tanta animosidad cada cierto tiempo. Hoy hubiese cantado cualquier cosa que me viniese a la mente para hacer dúo contigo (aunque yo siempre desafinaba... y aún lo hago) aunque luego me pusiera a escuchar rock o algo de mi género solo para verte renegar y luego esbozar esa sonrisa tan dulce, tan humana, tan cálida... tan tuya... Y ni hablar de las discusiones políticas (ahí siempre hemos chocado)


En fin... qué muchas cosas ya no puedo hacer. Y lo más duro es que no importan los años, sigue doliendo igual. El perderte me hizo entender cuánto te amo. Cuántas veces no lo dije porque dentro de mi carácter es aún una expresión poco usual, aunque en mis acciones te lo demostraba todos los días. Desde vivir buscando trabajos esporádicos para sentirme independiente y ver ese brillo de orgullo en tus ojos, hasta aprovechar que estabas en tu cama viendo tv para jalarte las puntas de las medias y hacerte renegar entre carcajadas, haciéndote saber que siempre estaba pendiente de ti. La vida no fue sencilla para ti, pues muy joven también viviste el dolor de perder a tu padre. Así que hasta en eso nos parecemos. Tu herida jamás sanó, igual a la mía, que todos los días sangra un poco por tu partida. Cada Día de los Padres, desde que te fuiste, mis lágrimas llegan a visitarme y me hacen pensar: ¡Qué diferente sería nuestra vida si aún estuvieras aquí! A tu tumba no voy porque sé que no estás ahí. Seguramente todos los domingos estaríamos en casa, con mi mamá cocinando y tú, quién sabe con qué invento para ver reír a tus nieto... no... corrijo... a tu hijo. ¿Sabes? Nunca te consideré mi abuelo... siempre fuiste, eres y serás MI PADRE


¡Qué felicidad hubiese sido volver a preparar una parrillada contigo, en esa vieja mole que teníamos y con la que una vez casi me aplastas un pie! ¡Esos momentos de fotografía cuando, hambrientos le hincábamos el diente al primer trozo de carne! Añoro esos momentos... Y aunque tengo motivos para seguir luchando, pues tengo muchos sueños por cumplir... no dejo de extrañarte todos los días, de cuestionarle a ese "poder superior" que todos los demás llaman "Dios" ¿por qué tuvo que ser así? Entonces, en ese momento, justo en ese momento, me detengo y comienzo a pensar: tengo que seguir adelante. Y pienso en aquellos que, como yo les duele recordar... les lastima. A ellos les digo que no hay amor que pueda sustituir el de un padre, no hay en esta tierra sentimiento más real que ese. Y doy gracias a la vida porque todavía tengo a mi mamá, esa maniática luchadora que cada día me sorprende con su fuerza, su valor, su inteligencia y su amor hacia mí, aún cuando sé que muy pocas veces está de acuerdo conmigo. Esa es mi heroína, mi modelo de vida, la que me parió. Mi vida tiene una sola dirección: hacer a las personas que amo, todo lo que pude hacer contigo y esperar que sean tan felices como yo lo fui. Te extraño viejo... te extraño papá... porque lo que hiciste para merecer ese título no se borrará ni con mil muertes

Te veré en algún momento, mientras tanto, te llevaré conmigo en mi memoria y en mi corazón. Te amo papá