- Una realidad Sangrienta
Hay muchas formas de justificar las guerras, sea cual sea la perspectiva, ya seas el radical enemigo que debe ser destruido o incluso si eres el defensor de la "libertad" del mundo... pero para entenderlo fácilmente es esta: Te mataré porque no crees en mi dios, por eso mereces morir. Te mataré porque debo proteger a mis hijos de tus costumbres bárbaras que son diferentes a las mías. Te mataré porque eres católico, porque eres judío, porque eres musulmán, porque eres hindú, porque eres mahometano. Te mataré porque no lo eres y mi creencia es la correcta, por eso tu existencia es una ofensa a mis ideas. Te mataré porque no eres como yo, te mataré porque tu color de piel es diferente, te mataré porque hablas de forma diferente. Te mataré porque eres castaño oscuro o verde claro. Te mataré porque no crees en la única verdad, aquella en la que yo creo. Te mataré porque vives en el pecado y mi fe justifica tu destrucción. Te mataré porque no entiendo tu idioma. Te mataré porque tú no eres de mi país y yo odio a los extranjeros. Te quemo vivo porque eres jordano
Porque eres extranjero, te decapito. Te mataré porque eres mujer y no tienes derecho alguno, solo me debes obediencia a mí por ser hombre. Te mataré porque eres mi mujer y tu vida me pertenece. Te mataré porque tienes plata y nosotros no tenemos nada. Te mataré porque eres pobre y tu muerte no saldrá en los diarios, puedo tirarte en un descampado y solo aparecerás como un titular de cuarta en el noticiero. Te mataré porque hasta aquí nunca va a llegar la fiscalía. Te mataré porque te robas mi celular, mis alhajas, mis ahorros, mis gallinas. Te mataré porque la policía no hace su trabajo y tengo que hacer justicia ante tus crímenes. Te mataré porque no eres de aquí y me arruinas el paisaje, porque vienes a ensuciar con tu miseria el distrito (barrio, distrito, ciudad, país, etc) que tanto sacrificio nos costó construir. Te mataré porque, cuando yo sea presidente, implantaré la pena de muerte y ordenaré tu ejecución. Te mataré porque eso es lo que el libro sagrado de mi religión me ordena. Te mataré porque tú mataste primero y yo quiero venganza, por eso te mato...Te mato porque las cosas no salen como yo quiero
Esa es la triste lógica de la especie humana, de esa especie humana a la que pertenezco yo, esa misma especie a la que pertenecen tú que me lees, tu familia que duerme mientras yo escribo esta crónica, los serenazgos, vigilantes, policías, delincuentes, taxistas, prostitutas, alcohólicos, drogadictos y demás... esa es la especie humana que disfruta destruyendo a otros humanos por una camiseta de fútbol, por una nacionalidad, por una religión, etc... Todas esas fotos horrendas que hemos visto durante los últimos años son noticias de la palpitante actualidad. Sangrientas estampitas de esta época espeluznante en la que todo nos da lo mismo
Nada nos conmueve ya, nada nos importa, nada nos impresiona. Son postales del odio visceral que se ha instalado en nuestros corazones, de un agujero negro en el alma de todos... No pretendo ser político ni tampoco sociólogo, no pretendo jalar agua para mi molino y obtener réditos de alguna clase... Soy solo un simple y sencillo actor de 27 años y mis ojos han visto suficientes muertos: Muertos decapitados, quemados, despedazados, podridos. Y, sin embargo, todavía soy perfectamente capaz de llorar ante cualquiera de estas fotos y de estremecerme ante el recuerdo del horror que he vivido con el terrorismo en el Perú, así como me he estremecido con el horror y masacres en el mundo entero. Yo nunca voy a estar a favor de matar a nadie, nunca voy a estar del lado del que tiene las armas. Nunca voy a estar a favor de dejar que alguien muera. No me importa lo que haya hecho o dejado de hacer. Nunca voy a estar a favor de dejar paralítico ni cuadrapléjico a nadie, tampoco voy a estar a favor de torturar, azotar, masacrar, castrar, mutilar, linchar a nadie, por absolutamente ninguna razón, así haya cometido todos los delitos del mundo. Sé que muchos me criticarán, me insultarán, me aborrecerán, supondrán que soy un delincuente y por eso tapo a otros delincuentes, díganme todo lo que quieran por pensar como pienso, apedreenme si eso satisface sus ansias de sangre... Nunca voy a estar del lado del odio, que es la peor de las innumerables formas en las que la estupidez humana se manifiesta
Ustedes que tanto se jactan de que creen en un dios, ustedes que rezan y rezan, se arrodillan en sus iglesias y se golpean el pecho mientras se llenan la boca diciendo que su barbado dios está en todas partes y que él y solo él es amor, mírense detenidamente las fotografías de esta simple crónica y piensen en lo que escribo a continuación
Soy uno de los jóvenes acribillados el viernes, cazados a escopetazos por otros muchachos que vociferaban “¡Alá es grande!”mientras veían como caíamos uno tras de otro como piezas de dominó en el concierto del Bataclan del bulevar Voltaire, de París
Soy el universitario de Los Olivos que estudiaba dos carreras y que murió a los 19 años de un balazo en la cabeza por tratar de impedir que le roben el auto a su papá
Soy el estudiante venezolano, asesinado en la flor de la juventud, por las sanguinarias bandas paramilitares de la dictadura. Soy el dirigente ashaninka asesinado por las mafias madereras. Soy el awajún, el wampís arrasado en Bagua, en su propia selva. Soy todos los muertos por conflictos sociales en este gobierno, en todos los anteriores y en los que vendrán
Soy un policía asesinado por etnocaceristas en el Andahuaylazo, un policía asesinado por los nativos en la Estación 6, un policía asesinado por Sendero en el VRAEM
Soy el niño sirio que yace muerto en la orilla de una playa de Turquía hacia donde sus padres trataban de llegar para salvarlo del odio. Soy el ladrón amarrado y desnudo con el que todo un pueblo enloquecido se ensaña creyendo aplicar “la justicia popular. Soy el pequeño palestino al que un soldado israelí estrangula mientras blande su metralleta
Soy el piloto jordano quemado vivo dentro de una jaula. Soy el periodista decapitado por el Estado Islámico solamente por ser periodista, por ser americano, por no ser musulmán. Soy el joven fotógrafo asesinado por sicarios en la puerta de su casa. Soy el joven fotógrafo aplastado contra el asfalto por una combi asesina de Orión. Soy el anciano arrimado en una silla de ruedas, muerto sin que nadie se percate siquiera, olvidado en algún rincón de algún asilo cualquiera. Soy el ciudadano iraquí lanzado al vacío porque quizás era homosexual. Soy el alegre chico barrista lanzado al vacío desde el palco del Monumental solo por ser hincha del equipo contrario
Soy la mujer iraní enterrada hasta el cuello y luego muerta a pedradas, por haberle sido infiel a su marido. Soy la mujer rapada a coco y desnuda, azotada por ronderos cajamarquinos o puneños que la acusan de adulterio. Soy el preso olvidado que agoniza, al lado de un militar corrupto, en el tópico de una cárcel cualquiera. Soy el cadáver solitario, olvidado en la morgue, el hombre de cuya vida nunca supo nadie, el muerto de cuya muerte nadie se entera
Todo esto está pasando en el mundo. Ahora mismo, justo en este preciso momento mientras yo escribo esta crónica y tú duermes placenteramente para retomar tu rutina diaria...
Publicado: 2015-11-17
“¡No tendremos piedad!”. Esa fue la amenaza del presidente Francois Hollande al enterarse de la atroz masacre de París. El horror se enseñorea en nuestra realidad y nosotros solo atinamos a ponerle banderitas a nuestras redes sociales como "muestra de solidaridad"
Escrito por
Oscar Guzmán
Actor y Director de Asociación Cultural Luz y Sombras, adicto a la cafeína, chocolates y amante perpetuo de la hora de dormir