Ahora bien, tocando el tema que nos atañe, para quienes me han leído anteriormente y quienes me conocen será una sorpresa enterarse que desde hace ya 10 años o más, padezco de depresión moderada, he podido hacer mi vida medianamente normal, aún lidiando con episodios muy fuertes, sin embargo hay veces que la depresión es mucho más fuerte que yo y en base a varios recortes y anotaciones que hice antes, sumado a testimonios de terceros, escribo esta crónica con la esperanza de ayudar a muchos a entender los episodios por los cuales puede atravesar cualquiera, ya sea hombre, mujer, anciano o incluso un niño... porque esto no es cosa de juego
- Diario de un hombre depresivo
La luz entra por entre las cortinas, el despertador de mi celular está sonando, escucho voces en los departamentos vecinos que indica que ya todo mundo está despierto, sé que es lunes y que debo levantarme para continuar con la rutina e ir a trabajar, pero... no puedo.... Me invade un terrible cansancio, tristeza, malestar, ya conozco esta sensación... Siento dolor pero no sé exactamente donde, es como si afectara todo y nada a la vez
Estoy confundido, sé que debo ir a trabajar pero sólo la idea de enfrentarme a la ducha, desata una terrible presión en mi pecho, mi corazón se agita, me cuesta respirar, me siento presa de tal desasosiego que no puedo mover ni un dedo...No he dormido bien... la perspectiva de vivir otro día, me parece particularmente oscura. No tengo ganas de nada, ni de nadie. Tal vez sería bueno llamar a alguien me acompañe, aún si me creen loco... pero no... no quiero ver a nadie, solo de pensarlo, siento como escalofríos que recorren mi espalda. Me pregunto qué sentido tiene seguir en esta lucha... ¿Para qué levantarme? Igual, todo está mal, todo va mal, no puedo, no quiero...
Este pensamiento me persigue todos los días, desde hace más de 10 años... No quiero vestirme, ni ver a nadie, porque aunque los quiero y sé que me quieren, no puedo... no quiero que sufran, no quiero que me vean asi y me miento a mi mismo diciendo que es cosa de mi orgullo, que es una forma de protegerlos... ¿pero de qué? ¿de mi mismo? ¿de mi estado emocional? ¿de mi desesperación? ¿Cómo he llegado aquí? ¿Qué me pasa? Creía que era un hombre fuerte... Siempre he luchado con todo, contra todo, por todo. He conseguido mis propósitos y ahora qué me pasa...no puedo. Solo puedo pensar en estoTengo ese nudo en la garganta que precede a las lágrimas, no he derramado más que un par accidentales, peor no puedo ni llorar... no tengo ganas ni siquiera de tomar mi libro favorito y sumergirme en él, estoy cansado... y sigo así. No tengo hambre... aunque sé que debería porque ya llevo 72 horas sin comer nada, tengo el estómago cerrado... Llevo tres días así. Parece como que el mundo funcionase a otra velocidad y yo solo pudiese verlo pasar... Me siento ajeno a la realidad
Finalmente consigo darme una ducha y vestirme, miro alrededor en mi departamento y siento esa opresión nuevamente envolviéndome desde todas direcciones. Salgo a la calle y me quedo paralizado, el mundo avanza a una velocidad vertiginosa y yo solo puedo verlo pasar. Me cuesta caminar. El ritmo de mi entorno resulta rápido... demasiado rápido. Es como si estuviera fuera de alguna película ultra-realista que estoy viviendo. No soporto cruzarme con gente conocida... rehuyo las miradas como si fuese un ladrón, o un violador. Evito los encuentros. Quiero estar solo, encerrado, encadenado a mi mismo... No me emociona nada ni nadieBusco y elijo estar solo. Quiero estar tranquilo, todo me afecta... incluso aquella noticia que escucho mientras paso cerca de una televisión y que nada tiene que ver conmigo...todo cobra otra dimensión
Camino mecánicamente de vuelta a mi casa, cierro la puerta y me aíslo del mundo... nuevamente estoy en los brazos de esa opresión agobiante, recorro los pasillos y habitaciones, sabiendo que estoy solo, con la esperanza de encontrar a alguien que me desahueve y entienda que esto no es sencillo ni un capricho existencial... Por fin, volteo hacia el jardín y encuentro un espacio de paz. Es verano, pero en un rincón de la terraza de mi apartamento que convertí en un jardín por puro capricho, he encontrado un punto de paz, allí no hace calor en extremo ni frío, no hay fuertes corrientes de aire, solo brisas agradables que mantienen fresco el lugar, allí puedo estar solo, tranquilo y con el sol mirándome desde lo alto. El sol... el único testigo de mi dolor. Alguien que me da calor, me reconforta, no pregunta, ni me juzga...